19/12/08
EL COMBATE DE LA MUJER SAHARAUI EN EL EXILIO
Por Keltoum Irbah, socióloga.
El conflicto que perdura en el Sáhara Occidental ha modificado las costumbres y el sitio de la mujer saharaui; y, en esta fase, ésta juega un rol importante tanto en el seno de la célula familiar, como en el aparato productivo económico y en las estructuras político-administrativas.
Las mujeres ocupan un lugar preponderante. Constituyen, en gran medida, el pilar de la sociedad y perpetúan las tradiciones del pueblo saharaui. Son quienes pudieron en pié los primeros campamentos de refugiados en 1976, y quienes los han administrado desde entonces; ellas gestionan también mas del 80% de la vida administrativa en los campamentos y son responsables de su funcionamiento y de su defensa. Las mujeres saharauis están presentes en todos los niveles de la sociedad. Se les encuentra en diferentes sectores y campos de actividad: la enseñanza, la salud, la distribución de víveres, la construcción y la agricultura. Por cierto, ellas están representadas en varias esferas de la vida política, tanto en los poderes ejecutivo y legislativo, como en las relaciones exteriores. Así, las mujeres ocupan funciones en el cuerpo diplomático y representan al Frente Polisario en el extranjero, como, por ejemplo, en Libia, Dinamarca, Alemania, Italia y, desde hace poco tiempo, en Suiza.
Depositarias de los valores tradicionales, prestan una atención particular a las cuestiones de género y verifican que la paridad sea integrada en los programas políticos, y que la mujer no sea discriminada en sus derechos fundamentales. En esta perspectiva, la Unión Nacional de Mujeres Saharauis fue creada en 1974 con el fin de animar y desarrollar la contribución de las mujeres a los diferentes proyectos de edificación nacional. La idea principal es que la lucha de liberación nacional no puede ser realizada mas que con el total de los frentes de la sociedad saharaui. Esta organización tiene, esencialmente, una reivindicación popular; aunque también organiza conferencias, reuniones, coordina diversas actividades culturales y sociales. Desde 1985, pone en marcha con regularidad Congresos y publica boletines de información mensuales (Ambición, Estudios, Investigaciones, 8 de marzo).
Mas específicamente, este movimiento busca la realización de los objetivos siguientes: sensibilizar a las mujeres sobre sus derechos sociales y políticos, ayudarlas a mejorar sus conocimientos en el plano profesional; profundizar el rol de la familia en el plan educativo al inculcar una educación equitativa entre jóvenes y señoritas. Además, la Unión Nacional de Mujeres Saharauis pone de relieve la importancia de la solidaridad internacional entre las mujeres, reforzando especialmente los contactos con organizaciones femeninas a través del mundo. Sobre este punto, el eje mayor consiste en crear relaciones en el dominio de la solidaridad, el intercambio de experiencias, de manera que se sobrepasen las dificultades que causan perjuicios a la libertad y a la emancipación de la mujer. Estas diferentes iniciativas tienen gran impacto y esta organización ha participado ya en varias manifestaciones internacionales.
Si el Congreso es la ocasión que permite a las mujeres saharauis expresarse, el cumple también la función de cohesión social en la medida en que reúne al conjunto de la población refugiada para debatir los problemas de la sociedad. A este respecto, Khadija Hamdi, esposa del Presidente de la República Arabe Saharahui Democrática, es muy activa en el plano asociativo; ella milita en favor de la condición femenina y trabaja en el ministerio de la cultura.
El respeto del principio de la emancipación de la mujer siempre estuvo presente en el programa de acción nacional del Frente Polisario. Este último se comprometió, desde el comienzo de su lucha, a establecer los derechos políticos y y sociales de la mujer. Se trata de instaurar derechos que prevalecían en la era pre-colonial, época en la que la mujer saharaui se beneficiaba de una gran libertad. En realidad, en la sociedad pastoral nómada, los hombres eran obligados a ausentarse durante largos períodos de tiempo para asegurar la transhumancia de las rebaños y transportar las mercancías a través del desierto. Desde entonces, las mujeres deben hacer frente a todas las tareas de la vida cotidiana y se encuentran cargadas de muchas responsabilidades. Bajo la tienda, la mujer saharaui, hoy en día, es soberana de su espacio, ella lo administra de una manera muy autónoma, sin sufrir ninguna presión desde el exterior. En las relaciones de igualdad que prevalecen entre hombres y mujeres, todo reposa sobre un sentimiento de confianza. Ellas se benefician de numerosos derechos, por ejemplo, cuando la mujer saharaui se casa, no toma el apellido de su marido; por otro lado, según el código de la familia, une mujer puede solicitar el divorcio y, una vez pronunciado, se puede volver a casar sin dificultad. Tres meses después de pronunciado el divorcio, la mujer saharaui organiza generalmente una fiesta con su familia y sus amigos para inaugurar el comienzo de una nueva vida. Hay que señalar, por cierto, que la mujer saharaui siempre conservó una gran feminidad, tanto en período de guerra como durante sus trabajos mas laboriosos en los campamentos de refugiados. Es el vestido tradicional de la mujer saharaui, el "malfa", que atesta su pertenencia al género femenino. El porte del "malfa" es obligatorio, las mujeres saharauis son obligadas de llevarlo desde la pubertad, como lo señala una mujer saharaui del campamento de Aousserd: "El malfa no es la religión, es la costumbre".
De manera general, desde 1978, período del conflicto, las mujeres fueron orilladas a ocupar numerosas funciones y responsabilidades en el seno de los "daïra" (unidades administrativas que corresponden a la comuna o municipio). Ellas asumieron las tareas de organización de la vida cotidiana, así como la orientación política y cultural gracias a instancias como la Unión de Mujeres, el Consejo Nacional, la Unión de Jóvenes, la Unión de Trabajadores. De esta manera, las mujeres saharauis pudieron adquirir una gran experiencia tanto a nivel político como social y cultural. Conviene igualmente mencionar que la tasa de instrucción de estas mujeres es elevada y se avecina al 95%; la apuesta, una vez adquirida la independencia, sera de mantener y mejorar los derechos ya adquiridos. En realidad, el numero de parlamentarias y ministras mujeres es muy débil con respecto al rol que estas últimas desempeñan en la sociedad y a la tenacidad que han manifestado frente a las visicitudes del exilio. Por eso, meritan una mayor participación en el escenario político. Sin embargo, quedan progresos por realizar en este campo para que la mujer saharaui obtenga un mayor reconocimiento de sus derechos y, en consecuencia, se convierta en una figura de excepción en el mundo árabe.
Keltoum Irbah
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